“La corriente eterna arrastra siempre consigo todas las edades a través de las dos zonas y atruena sobre ambas” –Las elegías de Duido, 1922. Rainer María Rilke.
Si tuviera que describir con un solo término el tema central de la serie alemana de suspense Dark/oscuridad (tres temporadas, 26 episodios), este no sería el que reza en su título, sino Tiempo/time.
El tiempo, esa paradoja o aporía que nos constituye pero que no sabemos explicar. Tan cara a nuestra razón que escapa a nuestra lógica y al pensamiento binario, pues ¿cómo explico algo que está siendo y no siendo al mismo tiempo? No puedo decir que es algo porque si no lo podría detener, el tiempo es indisponible e irreversible. Aristóteles pensaba que el tiempo era “la medida del movimiento” porque está siempre yendo, deviniendo, y el tiempo no es, se da, deviene decía Heidegger.
Ontológicamente somos seres temporales, pero independientemente de cómo lo percibamos el tiempo se da y no lo podemos dominar, está dentro y fuera de nosotros y hay una relación problemática entre el tiempo objetivo y el tiempo subjetivo. Es algo que nos excede, que está más allá de las categorías lógicas y del principio de no contradicción con el que nos manejamos.
Pues bien, en Dark el tiempo es el hilo de la verdad –“Dios es el tiempo y el tiempo no es piadoso” dirá Adam, uno de sus personajes- al que hay que seguir para descubrir los misterios que acontecen en una pequeña localidad alemana de ficción llamada Winden, donde hay una central nuclear, espesos bosques y un clima insistentemente lluvioso.
La narración que tiene como punto de partida el suicidio en 2019, de Michael Kahnwald y la desaparición del joven Erik y el niño Mikkel Nielsen, gira alrededor de las relaciones y los secretos compartidos entre los miembros de varias familias del pueblo: los Kahnwald, los Nielsen, los Tiedemann, los Doppler y los Tannhaus, principalmente.
Inicialmente la vida en el pueblo transcurre en un marco de coordenadas espacio-temporales, causales y culturales que podríamos situar en un tiempo cronológico lineal, esto es, en el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la muerte, y que es administrado por las horas del reloj: tic tac, tic tac… repite de manera insistente el anciano Helge Doppler tratando de alertar sobre los viajes en el tiempo.
Pero, pronto se descubre que son posibles esos viajes en el tiempo y los personajes se adentran en una aventura en la que siguiendo el hilo rojo que los guía – en clara alusión al mito de Ariadna- saltan de una época a otra a través del laberinto de las cuevas del bosque. Asimismo, se descubrirá que se puede viajar a través de la máquina del tiempo creada por el relojero Tannhaus que desea recuperar a su hijo muerto en accidente junto a su esposa y el hijo de ambos.
La composición narrativa de Dark toma prestadas ideas tanto de la filosofía (Nietzsche, Schopenhauer, etc.) como de la ciencia (Newton, Teoría de la relatividad, física cuántica, etc.). Los viajes en el tiempo ponen de manifiesto la existencia de mundos paralelos y conectados a través de los agujeros de gusano -hipótesis descrita en las ecuaciones de la teoría de la relatividad y conocidos como puente de Einstein-Rosen– o en la paradoja o Gato de Schrödinger, experimento especulativo de la mecánica cuántica basado en una propiedad de los electrones de poder estar en dos lugares al mismo tiempo.
La serie toma, igualmente, toda una simbología procedente de diversas culturas que acentúa su aspecto esotérico y secreto:
-El número 33 para indicar el final de un ciclo y el principio de otro (los periodos en los que se desarrolla la acción son los años 1888, 1921, 1953, 1986, 2019 y 2052).
-La Triqueta que representa el bucle o enlace entre presente, pasado y futuro.
-La Tabla esmeralda –tatuada en la espalda de Noah– un texto atribuido a Hermes Trismegisto, que trata de representar la esencia de la materia primordial: “lo que está más abajo es como lo que está arriba y lo que está arriba es como lo que está abajo. Actúan para cumplir los prodigios del Uno”.
-“Sic mundus creatus est”, frase que está escrita en la Tabla esmeralda y en las puertas de la cueva junto al símbolo de la Tricleta y da nombre a la organización “viajeros del tiempo” encabezada por Adam que pretende llegar al apocalipsis y empezar un nuevo ciclo.
Todos estos ingredientes hacen que la serie resulte compleja a la hora de entender los sucesos espacio-temporales de los personajes y más aún los interrogantes sobre la posibilidad de alterar o no unos destinos que se saben trágicos. El determinismo planea sobre toda la serie: “Si supiéramos cómo termina todo, a donde nos llevará nuestro viaje ¿tomaríamos las mismas decisiones o elegiríamos un camino distinto? dice Martha, uno de sus personajes. El final de la serie deja abierta la posibilidad de que todo se repita de nuevo.
En la tercera y última temporada se pone de manifiesto la existencia de tres mundos, el mundo de Adam (o de la oscuridad), el mundo de Eva (o de la luz) y el mundo origen. En cada uno de ellos los diferentes personajes juegan, como en una partida de ajedrez, buscando alcanzar sus propios objetivos.
Será el personaje de Claudia el que le explique a Adam como se resolverá el conflicto entre ellos:
“Tu mundo y el de Eva nunca debieron existir. Pensaste que el origen de los mundos yace en la conexión de ambos. Pero, en realidad, está fuera de ambos mundos. Nuestro pensamiento se rige por dualidades. Negro o blanco. Luz o sombra. Tu mundo o el de Eva. Pero es un error, nada está completo sin una tercera dimensión”.
Nosotros los europeos somos monoteístas, monógamos, necesitamos creer en algo y a falta de otra cosa nos entregamos a la superstición y a la fábula de la episteme judeocristiana. Los griegos eran politeístas y ambiguos, por ello tenían otra relación con el tiempo y distintos dioses para representarlo:
-Kronos, representaba el tiempo lineal, el tiempo que marca el reloj, es el dios que devora a sus hijos para que no ocupen su lugar y es el horror de nuestra vida cotidiana pues hay que sobrevivir a su voracidad.
Cronos castrando a su padre Urano, fresco de Giorgio Vasari, Palacio Vecchio, Florencia.
-Kairós, es hijo de Zeus y nieto de Kronos, el tiempo como oportunidad, como inspiración, como creación, un tiempo cualitativo y no cuantitativo como el tiempo lineal. No es parte de un orden donde haya un antes y un después. Aparece y para cazarlo hay que estar atentos, es esa idea de cómo resolver algo que hasta ahora no tenía solución o ese instante en que nos animamos a olvidarnos de lo establecido.
-Aión o Eón, originario de la mitología fenicia aparece como niño y al mismo tiempo como anciano, es un tiempo sin tiempo, circular, eterno, donde lo que termina vuelve a empezar y cuya mayor muestra es la naturaleza y el ciclo de las estaciones.
Mosasico romano, s.III, representa las estaciones. Giptoteca de Munich.
Cada uno de estos dioses tiene sus cosas y nos propone algunos interrogantes: ¿Qué de nosotros cambia o varía pero en el fondo se perpetúa? ¿En qué ocupamos nuestro día a día regido por Kronos? ¿Atendemos a lo que, en un instante, nos ofrece Kairós para hacer o mirar distinto?
Son interrogantes que necesitan su ¡tiempo!, y que, probablemente, ayer no hubieran tenido la misma respuesta que la que tengan hoy, ni la que tendrán mañana. No obstante, el punto donde la línea recta de Cronos converge con el círculo de Aión, es un breve lapso donde aflora una posibilidad única, irrepetible y verdadera. ¿Será esta la tercera dimensión a la que se refiere Claudia cuando le explica a Adam cómo se resuelve el conflicto entre los dos mundos?
La mirada múltiple "Espacio Cultural" 
El punto de partida es interesante, y transmite bien la sensación de desesperación que marca a todos los personajes. Pero no resuelve bien, 2/3 de la serie son vueltas sobre sí misma sin aportar nada. El reparto es muy flojo, se salvan pocos actores. Se termina haciendo aburrida.
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